Uno de los trastornos emocionales de mayor prevalencia en la actualidad es la Hipocondría o excesiva preocupación por la salud. Las personas que ya cursaban con esta problemática poseen mayor susceptibilidad ante esta circunstancia con mayor probabilidad de recaída si previamente no trataron adecuadamente el problema. Por otra parte, de este nuevo contexto en el que nos toca vivir, todo apunta a nuevos casos de futuros hipocondríacos.

No solamente hay mayor probabilidad de que se desencadenen nuevos casos de hipocondría, sino que hay otros trastornos de ansiedad que también se verán afectados por el covid-19 como la ansiedad generalizada o el trastorno obsesivo-compulsivo, así como otra población vulnerable a nuevos problemas de ansiedad será la población infantil. Además, con respecto al estado de ánimo, cursamos con mayor riesgo tanto de que una depresión se acentúe como una vez más, nuevos casos de depresión.

En este artículo pretendo centrarme en la Hipocondría por ser una de las más sensibles a la pandemia.

Hay personas que mientras han permanecido en sus domicilios sin contacto con los demás, han estado durante semanas en “una zona de confort” que les garantizaba una seguridad y tranquilidad de cara a protegerse de la actual amenaza. Pero, ya estamos avanzando de fase en la desescalada y… ¿Ahora qué? Pese a que podemos salir del domicilio siguiendo las medidas que se han adoptado y con cautela y precaución, el hecho de salir de esta zona de confort está afectando tremendamente a las personas que cursan con excesiva preocupación por la salud, en concreto, hay tres componentes que se están viendo afectados:

-Primeramente “la parte cognitiva de la persona”, que hace referencia a los pensamientos que vienen a la mente del hipocondríaco y que conforman cómo ven el mundo actualmente. Pensamientos frecuentes en estos casos serían: “Si salgo veré aglomeraciones en todas partes y me infectaré”, “Si me infecto no lo superaré”, “ahora que todos salimos a la calle nuevamente habrá muchos casos y corro un gran riesgo con desenlace fatal”, etc. La persona puede tener incluso imágenes recurrentes en las que se imagine a sí mismo con el virus o gravemente enfermo.

-Por otra parte, la persona notará sensaciones fisiológicas propias de la respuesta de ansiedad como tensión muscular, dolor de cabeza, náuseas, dolor de abdomen, opresión en el pecho, sudoración, sofoco, etc.

-Y finalmente, los componentes descritos anteriormente van a repercutir en su conducta. ¿Cómo se comportará esta persona que tiene una fuerte convicción a tener el virus/o cogerlo y no poder superarlo? Muchos seguirán sin salir de casa, y los que se atrevan a salir, desarrollarán una clase de conductas de protección muy rígidas y agrandadas, que además de no ser necesarias, no harán otra cosa que incrementar su respuesta de ansiedad. Algunas de estas conductas serán salir corriendo alejándose todo lo posible cada vez que vea a una persona (hablando de distancias mucho mayores a las que son necesarias), no entrar en tiendas o no pasar por ciertas calles o zonas que considera de mayor riesgo.

Y, ¿Qué sucede si consolidamos estos patrones? Pues que la problemática tiene una alta probabilidad de agravarse dificultándonos la nueva adaptación a las condiciones actuales, notando cada vez más temor y aumentando la convicción de “no superar esta situación”.

Entonces, llegados a este punto, ¿Qué debo hacer ante este caso?

Primeramente debes buscar ayuda profesional, la psicología cognitivo-conductual tiene una gran probabilidad de eficacia para ayudarte a controlar la hipocondría. Pues, si hablamos de un trastorno de ansiedad, es importante trabajarlo cuando antes.

Por otra parte, prueba el siguiente ejercicio para rebajar tu nivel de ansiedad: haz un listado de distintas situaciones que solías hacer anteriormente y una vez lo tengas, marca la situación que te genera menos ansiedad. A continuación, prueba a realizar dicha situación si soportas el nivel de ansiedad. Alomejor no finalizas del todo la situación que has marcado, pero ya has salido de casa y has observado un escenario cotidiano y con eso ya tienes un pequeño pulso ganado, pues de lo que has imaginado previamente a lo que estás observando que realmente está ocurriendo en la calle, verás muchas diferencias y te darás cuenta de que tendemos a agravar una situación cuando sentimos mucho miedo.

Por otra parte, intenta informarte lo justo y necesario, siempre mediante fuentes oficiales y evita el “monotema” de hablar únicamente del coronavirus, pues esto consolidará más tu preocupación sobre la salud y alimentarás tus creencias.

Ana Isabel Moltó Martínez – Psicóloga CV-10567